Ánimas bienaventuradas, perdonad, perdonad mis descuidos, pues conozco que han sido y son muchos, y he dejado pasar infinitas ocasiones de aliviar vuestras penas, que traigo atravesadas en mi corazón; os ruego, ánimas benditas, me alcancéis siquiera una centella de verdadera caridad, para que de veras pueda emplearme en no dejar pasar ocasión, y en esforzarme por lograr muchas, para obrar siempre en alivio vuestro. Amén.